Hola a todas/os!!
Hoy una entrada diferente. Hace unos días Lu Carreras lanzó un proyecto, por desgracia muy necesario aún. Se trata de un proyecto fotográfico contra la violencia obstétrica que se sigue practicando por parte de algunos "profesionales". Falta de respeto, comentarios poco oportunos o decidir por la mujer sin preguntar son algunos de los aspectos que hacen que un momento especial, termine por ser un momento traumatico para muchas mujeres.
Con esto os dejo mi relato de parto:
Ilana nació el pasado 8 de octubre. La verdad es que antes del
embarazo nunca me plantee como quería que fuera mi parto, simplemente tenía la
idea “estándar” de un parto. Me imaginaba en una sala fría, muy iluminada,
tumbada en una cama, gritando de dolor y llena de “profesionales” que me tenían
que ayudar y gracias a sus conocimientos y a todo el amplio abanico de
utensilios existentes en el mercado podía nacer mi hija.
A medida que iba
avanzando el embarazo, empecé a seguir
“Dona Llum: Associació Catalana per un Part Respectat”. Allí se me abrió un nuevo mundo. Empecé a
leer relatos de partos de otras mujeres, algunos positivos y otros negativos,
en el hospital y en casa, vi videos de partos, leí muchos artículos y datos
acerca de cesáreas, episiotomías… y cuál fue mi sorpresa? UN PARTO PUEDE SER BONITO y sin necesidad de intervenciones!
Y así fue como lo
quería. Cuando le comente a la comadrona que quería información sobre parto
natural en el hospital que me tocaba, me desvió el tema y me dijo que lo hablaríamos más adelante, le volví a
preguntar y me volvió a desviar el tema. Con todo esto ya habíamos contratado a
una matrona para que asistiera el parto en casa, pero de todas formas quería
información del centro por si tenía que terminar allí por algún motivo.
Finalmente me derivo al hospital. Fui a la charla. Allí había una mujer
indignada con su primer parto que termino con cesárea (ella aun no sabía el
porqué), informándose sobre parto
natural para su segundo hijo. Esta le dijo a la comadrona que ella no quería
que todo el mundo que pasaba por allí le metiera los dedos (como le paso con el
primer parto) para hacer un tacto, le dijo que no quería estudiantes que la
fueran tocando y la respuesta de la comadrona fue que ese hospital era
universitario, que si no le gustaba que se buscara otro! Se me encogió todo en
aquel momento. A parte de esto (que no es nada insignificante) nos explicó todo
el arsenal de protocolos que tienen en el hospital que se tienen que cumplir
estés de acuerdo o no (según no dijo ella). Me convenció cero.
No quería que mi
parto dependiera del buen o mal día que tuvieran los “profesionales” del turno,
así que agradecí enormemente mi decisión de tener a mi hija en casa. Me
aterraba la idea de la falta de respeto, que se pasaran por alto mis
decisiones, que dramatizaran la situación para poder intervenir, que sacaran a mi hija de cualquier manera
(fórceps, ventosas…) y también me aterraba la idea de no tener intimidad y
estar en un espacio que no sintiera mío, el ambiente para mi era muy importante
(luz de vela, música suave, fragancia de lavanda, mi comedor, mi cama, mi
sofá…).
Mi hija nació en
casa 23h después de haber roto aguas, tras 5h de contracciones y sin necesidad
de cortar ni dar puntos. A las 12h en el hospital me lo hubieran provocado.
“El lunes 7 de
octubre de 2013 a las 6.00h rompí aguas. Ya no pude volver a dormirme así que
me fui a preparar mi spa particular. Inunde el baño con velas y incienso, me
llene la bañera y me relaje. Me encontraba con mucha energía, sabía que ya
quedaba poco y aunque no había tenido ni una sola contracción estaba más
tranquila que nunca. Al rato me entro hambre. Llame a Jordi que seguía
durmiendo. Entro aún dormido y cuando me vio, muy nervioso, pregunto si había
parido!! No me pude aguantar la risa. Sobre las 9.00h llame a Marisa, la comadrona para
contarle que había roto aguas y que iba perdiendo poco a poco. Aquel día
desayunamos tranquilamente, nos fuimos a hacer la compra, paseamos, comimos en
casa (por cierto tenia más habré que nunca y solo me apetecía pasta y comí
mucha) y por la tarde nos recorrimos
varios concesionarios. Con todo esto Marisa me iba llamando para ver cómo
iba. Seguía perdiendo agua y sin contracciones. A las 19h empecé a notar un
algún leve pinchazo, pero no dolía, con lo que no asocie con una contracción.
Más tarde sabría que fueron las primeras. Una de las llamadas con la matrona,
le hice llegar mi gran preocupación: al día siguiente por la mañana tenia hora
al hospital para las primeras correas y no quería ir, no quería que vieran que
había roto aguas, no quería quedarme allí. Ella me tranquilizo y me dijo que no
pasaba nada, que aquella noche seguramente me pondría de parto “los partos se
aceleran de noche”. Llegamos a casa, yo me encontraba muy bien pero no me
apetecía mucha cosa para cenar, solo quería comer fruta y así lo hice. Nos
sentamos en el sofá a ver la tele. Al rato y sin ser consciente de lo que
hacia, empecé a encender muchas velas y a distribuirlas por toda la casa, puse
esencia de lavanda y Jordi me ayudo a llenar la piscina. En el comedor, ya por
la mañana, instalamos dos colchones de lana que teníamos y una colchoneta. Cada
vez los “pinchazos” eran más intensos. Esto ya deben ser contracciones, pensé
yo.
A las 24h las
contracciones eran mas seguidas y cada
vez mas intensas. Yo ya empezaba a desconectar y a meterme en mi mundo
particular, no quería saber nada así que Jordi era el que estaba en contacto
con Marisa. Al principio cuando aún eran indoloras, me metí en la piscina
para relajarme, aguante poco ya que me apetecía estar de pie y andar. De allí
me fui directamente al rincón del comedor donde pusimos los colchones, entre el
sofá y la chimenea, pues quedaba recogido y me sentía segura allí. Me pase las
horas siguientes en ese espacio. Poco a poco la intensidad de las contracciones
iba subiendo, con lo que agradecía enormemente la presión que hacia Jordi con
sus manos en las lumbares ya que aliviaba mucho el dolor. Normalmente entre
contracción y contracción me sentaba para descansar y cuando notaba que llegaba
o me levantaba o me ponía de rodillas al suelo, pero llego un momento que eran
tan seguidas que si me tumbaba no me daba tiempo a levantarme y era
insoportable pasar una contracción tumbada. Al final tuve que estirarme un rato
porque estaba muy cansada y tuve que aguantar las contracciones como podía. Creo
que de vez en cuando al minvar la contracción me dormía, hasta que llegó un
momento que mi cuerpo me pidió levantarme, necesitaba empujar. Me arrodillé
encima de la colchoneta, Jordi estaba delante y me sujetaba a él, Marisa se puso por el suelo y con cada contracción empujaba pero estaba agotada. La
comadrona me dijo que le diera una mano, lo hice y pude tocar la cabeza aún
dentro. Aquello me dio fuerza y con la siguiente contracción salió la cabeza y
en la siguiente todo el cuerpo. Después de esto ni me acordaba del cansancio,
cogí a Ilana en mis brazos, era la cosa más bonita que había visto nunca y
aquel olor me cautivó. Me miraba tranquila bajo la luz de las velas. Dos
contracciones más y salió la placenta.
Al rato cortamos el cordón y nos quedamos allí tumbadas tranquilamente.”
Con este relato
quiero hacer visible la importancia de divulgar y hacer llegar las historias a
otras mujeres que, quizá como yo, nunca antes nos habíamos planteado nada sobre
el parto y tienen una única idea acerca de este. Con la divulgación tenemos que hacer visibles
otras formas de parto, hacernos respetar y poder decidir como parimos, porque
podemos, estamos programadas para hacerlo, simplemente debemos confiar en
nosotras y dejarnos llevar por el momento, nuestro cuerpo sabe que debe hacer.
Si necesitas gritar, grita, si necesitas bailar, baila, que nadie te cohíba,
déjate ir y disfruta del momento.
Y agradecer
enormemente a esas mujeres que escribieron sus historias de parto y que los
mostraron. Gracias a todas vosotras mi hija pudo llegar a este mundo en un
entorno tranquilo, preparado y pensado especialmente para ella y con las
personas que la queremos.
Y gracias Marisa por tu dedicación y respeto en todo momento.